El título de este artículo parece controversial y contradictorio, pero no lo es. Creo que perdemos muchas oportunidades de compartir el evangelio al invitar personas a la Iglesia.
La iglesia no es un edificio; no se limita a un punto geográfico, estructura física específica o tan siquiera a un día u orario en particular. La Iglesia somos tú y yo. La iglesia es la familia de Dios (Mateo 12:46-50)
Con este entendimiento, no invites a los perdidos a la iglesia, invítalos a tu vida. Invítalos a tu casa; preséntales el evangelio y prepárate para contestar sus preguntas.
Sigue la estructura de Hechos 2:42, de comer juntos, de compañerismo, de oración y de la presentación de la doctrina de los apóstoles. Ámalos, diles la verdad sin temor. Si Dios los salva, lleva a cabo la gran comisión y pastorea sus almas. Si no son salvos sigue orando por ellos. Hermanos, somos la iglesia, no deleguemos más nuestra responsabilidad.
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