El ser humano que no se baña y no cuida de su higiene personal termina con olores muy ofensivos. Puedes pasarte un mes sin bañar a tu perro, pero si dejas de bañarte y cepillarte los dientes por un día no hay quien soporte tu mal olor.
Por lo general, personas normales, cuidan de su higiene. Sabemos que no podemos ir a nuestros trabajos oliendo a ajo podrido, por lo que, cuidamos de nuestro aliento, especialmente cuando sabemos que vamos a hablar con personas en cortas distancias; nos peinamos, nos ponemos desodorante, cremitas y hasta perfume. Esto es algo que tenemos que hacer todos los días. Mas, por alguna razón no nos percatamos de que nuestras almas también necesitan de higiene personal diariamente.
Parte de lo que conocemos como la oración del Padre Nuestro, en donde Cristo le enseña a orar a sus discípulos, nos dice “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Lucas 11:3 (RVR1960) En Mateo 4:4 Jesús también nos dice, “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (RVR1960) Este es nuestro baño espiritual que también tiene que tomar lugar todos los días; de lo contrario vamos a oler como ajos podridos con nuestras malas actitudes, falta de fe, depresión, frustración, negativismo, etc. Hebreos 10:23-25 nos dice,
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (RVR1960)
Ese día al cual esta escritura se refiere, es el día malo. Estamos rodeados de maldad, de contaminación en el aire y de contaminación espiritual. Hay personas que se hacen llamar cristianos que no oran, no estudian la Palabra y no se mantienen en compañerismo con su familia en Cristo. El resultado natural es la contaminación espiritual. Apestan, espiritualmente hablando, carecen de fe y todo lo que sale de su boca es muerte. Hechos 5:42 nos dice, “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.” (RVR1960)
Hay muchos que creen que con sus servicios de domingo ya han cumplido con Dios y la Iglesia, después se preguntan por que no se ven cambios en sus vidas. Están más influenciados por el mundo que por Dios. Muchas veces vemos a nuestros propios hijos caminar por esta vida sin fe y tomando malas decisiones; nos preguntamos, ¿pero como es posible si se criaron en la Iglesia? Lo cierto es que fueron a la Iglesia por que los fosábamos una ves a la semana, pero la Iglesia primitiva tenia un estilo de vida de familia; la Iglesia está llamada a ser una familia, por eso era por lo que se reunían todos los días, ya que compartían sus vidas.
La Iglesia primitiva entendía la importancia de cuidar, no tan solo de nuestra higiene física, pero también nuestra higiene espiritual. En Juan 15:3 Cristo nos habla de esa higiene espiritual, “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.” (RVR1960) En relación con nuestras familias proveemos esos productos de higiene espiritual cuando traemos la enseñanza de la Palabra a nuestros hogares. Efesios 5:25-26 nos dice,
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, (RVR1960)
Esta purificación se hace posible a través de la Palabra. Esto no solo aplica a nuestras esposas, pero también a nuestros hijos. ¿Apestas? Si es así, mira tu vida de oración, tu dedicación al estudio de las Escrituras, a su aplicación en tu vida y de la comunión con tus hermanos en Cristo. Esto no es difícil de entender, cuando estamos alrededor de personas positivas que nos motivan nos sentimos mejor que cuando estamos rodeados de personas negativas. Unos nos ensucian y otros nos limpian.
Hermanos, estamos rodeados de corrupción espiritual, vivimos en un mundo que odia a Dios. De hecho, no somos de este mundo, en el momento que salimos de nuestros hogares ya estamos rodeados de todo tipo de suciedad espiritual. Para muchos, ya esa suciedad espiritual está en sus propios hogares. Es por eso por lo que Hechos 2:42 nos anima a perseverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión los unos con otros, en el partimiento de pan y en la oración. Hermano por favor báñate que apestas.
Leave a Reply