La respuesta a este título es un rotundo “NO”; Dios solo acepta perfección. Ninguno de nosotros podemos entrar al paraíso tal y como somos, ya que todos hemos pecado y Dios aborrece el pecado. El Salmo 5:4-5 nos dice, 

Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;

El malo no habitará junto a ti.

⁵ Los insensatos no estarán delante de tus ojos;

Aborreces a todos los que hacen iniquidad. (Reina Valera 1960)

Nosotros somos aceptados por Dios el Padre solo a través del sacrificio en la Cruz de su Hijo Jesús. Solo a través de Su sacrificio, el hombre puede ser salvo. Dios nos regala la fe para creer y la convicción para el arrepentirnos de nuestros pecados y la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Desde ese momento somos declarados inocentes y santos a través de Cristo. Dios nos recibe en la perfección del Cordero. Romanos 5:8-9 nos dice,

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. ⁹ Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (RVR1960)

Cristo es el protagonista y héroe de nuestra salvación. El no nos aceptó tal y como somos. Fíjense que Cristo no nos salvó sin el derramamiento de su sangre. Ese derramamiento de su sangre es el vehículo del perdón de pecados y ese perdón de pecados es lo que nos hace perfectos delante del Padre. Ese derramamiento de sangre es lo que nos justifica; un término legal que define nuestra inocencia delante de Dios a través de Cristo. De hecho, uno de los títulos de Cristo es abogado. Primera de Juan 2:1 nos dice “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (RVR1960) 

La sangre de Cristo es el anexo que Cristo presenta al Padre para declararnos inocentes; es la evidencia de Su sangre… no es una mentira, sino que presenta en la corte divina, el precio ya pagado por nuestra infracción. Ese es el evangelio, esas son las buenas noticias.