Llevo 27 años trabajando en trabajos relacionados a Trabajo Social y 23 años sirviendo en diversos ministerios en la Florida, Carolina del Norte y Alaska. Mi corazón ha estado muy apegado, particularmente, al ministerio de deambulantes (Personas sin hogar); específicamente en la Florida y aquí en Alaska.
Este problema de deambulantes es unos de los temas principales aquí en los Estados Unidos. No es un secreto que el problema existe primordialmente en estados y ciudades liberales. El estado de California, por ejemplo, que ha sido liberal por generaciones, tiene los problemas de deambulantes más grandes en la nación; particularmente en ciudades como Los Ángeles y San Francisco. En estas ciudades los deambulantes se adueñan de las calles, hacen sus necesidades físicas en las calles, tiran su basura por donde quiera, abuso de drogas y alcohol y, peor aún, la violencia está completamente fuera de control.
Esto puede que suene raro a mis hermanos de otras de otras naciones; pero en los Estados Unidos los deambulantes comen desayuno, almuerzo y comida todos los días a través de diversos ministerios y organizaciones. Entonces, es apropiado preguntarse ¿cual es el problema? ¿Por qué sigue aumentando el problema de deambulantes en los Estados Unidos? En mi opinión hay dos razones fundamentales: 1) Creo que, por lo general, con pocas excepciones, la falta de valores bíblicos es lo que ha llevado a mentalidades reprobadas (Romanos 1:28). La excepción son veteranos de guerra que han sido traumatizados y personas con problemas psicológicos severos. Otra causa para esta epidemia de personas deambulantes en los Estados Unidos es, 2) La adaptación de ideologías socialista que promueven la idea de que otros tienen que hacer por nosotros lo que nosotros tenemos la capacidad, con la ayuda de Dios, de hacer por nosotros mismos. Esta ideología ha causado que la dignidad del trabajo se pierda. Tenemos a mucha gente que, literalmente, esperan que el gobierno les resuelva todos sus problemas.
Estas ideologías y falsos valores están en oposición directa a lo que nos enseña la Biblia. Segunda de Tesalonicenses 3:10 nos dice, “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.” (Reina Velera 1960). Entonces, ¿Por qué seguimos dándole comida gratuitita a personas que simplemente no quieren trabajar? Esto suena falto de misericordia; pero Segunda de Tesalonicenses es claro… “…Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.” Por otro lado, Primera de Timoteo 5:8 nos dice, “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (RVR 1960) De estos versos concluimos que parte de las ordenanzas apostólicas eran:
- Trabajar por su propio sustento y el de su familia.
- El no trabajar y proveer para su familia era equivalente a negar la fe.
- Toda persona con la habilidad de trabajar para su sustento era responsable de su propia comida. Esa responsabilidad no era delegada a nadie; por eso el Apóstol Pablo nos dice, “…Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”
- Una persona que haciéndose llamar cristiano no proveía para los suyos era considerado PEOR que un incrédulo.
Podemos decir que estos versos bíblicos son muy duros, que no tienen compasión. Mas tenemos que recordarnos de que Dios es amor y el sabe lo que ayuda y lo que no. Lo cierto es que muchas veces nos encontramos creyendo que estamos ayudando cuando en realidad estamos haciendo más daño. Para hacer este punto considere lo siguiente; en enero del 1964 el presidente Lyndon Johnson en su “State of the Union Address” le proclamó la guerra a la pobreza. Desde entonces, en los Estados Unidos el gobierno ha invertido más de 22 trillones de dólares en diversos programas para combatir la pobreza; tres veces la cantidad de dinero que los Estados Unidos ha invertido en todas las guerras desde la Revolución hasta hoy. Ya han pasado más de 50 años desde esta proclamación; ¿cuál ha sido el resultado? El progreso ha sido mínimo[1]. De hecho, una parte significativa de la población no parece tan siquiera considerar su habilidad de lograr costearse sus propios gastos de vida. Han adoptado la mentalidad de que esa responsabilidad le pertenece a otras personas.
Como seres humanos nuestra dependencia solo deber ser en Dios y, a su vez, Dios nos ha dado talentos y habilidades para trabajar, para proveer para nuestras familias y para ministrar. Dependencia en gobiernos y, aún ministerios, para nuestro sustento diario, no es de Dios.
En su libro “Toxic Charity” (Caridad Tóxica) Robert B. Lipton describe este proceso tóxico de caridad.
- La primera vez que das lo reciben con gratitud.
- La segunda vez que das creas anticipación. (Ahora ya esperan que tú le des lo que ellos pueden proveerse ellos mismos.)
- La tercera vez que das creas expectativa lo que quiere decir es que ahora su esperanza no está puesta en Dios si no en ti.
- La cuarta vez que das creas un sentido de que ahora es un derecho que ellos tienen de que tú le des lo que ellos tienen la habilidad de proveerse ellos mismos.
- Para la quinta vez que das has creado total dependencia en ti. Ahora ellos dependen en tu trabajo, en tus habilidades, en tus ingresos, en el gobierno, en programas, etc.
Lamentablemente este proceso tóxico y demoníaco ha infectado nuestras propias naciones y aún nuestras iglesias y ministerios. Nos creemos que estamos ayudando cuando en realidad estamos haciendo daño. Por eso es por lo que el socialismo no ha sido efectivo en ninguna parte del mundo. Entonces la pregunta es ¿cómo podemos verdaderamente ayudar a los pobres? Después de todo, tenemos que recordar que ayudar a los pobres es una obligación cristiana.
El problema no es la ayuda al pobre, el problema es las formas que hemos adoptado para proveer dicha ayuda; la cual no es ayuda, sino la creación de más problemas. Para proveer dicha ayuda nunca debemos ignorar Segunda de Tesalonicenses 3:10 ni Primera de Timoteo 5:8, sino que deben servir de fundamentos bíblicos para dichos ministerios. Otro verso bíblico que tiene que servir de fundamento bíblico lo es mateo 4:4, “…No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (RVR-1960)
La vida de un ser humano no depende solo de alimento físico, sino también del alimento espiritual. El problema del hombre es primordialmente un problema del alma. Nosotros como Iglesia no estamos llamados a resolver problemas sociales, estamos llamados a un trabajo aún más profundo, la transformación de almas. La transformación de almas afectará familias, vecindarios, pueblos, ciudades, estados y países. Ese ha sido el resultado en todos los avivamientos del mundo. Dios es bueno y cuando Dios toma control los resultados son obvios y positivos. Cuando el hombre toma control con sus ideologías baratas, los resultados también son obvios, pero negativos. Esta encomienda de transformar almas no se puede llevar a cabo sin Dios.
La transformación de un alma requiere el cambiar la forma en que pensamos, lo que a su vez afectará nuestra toma de decisiones y, por consiguiente, nuestras emociones. Esa es, exclusiva, la obra del Espíritu Santo. Nuestra parte como ministros es asegurarnos de que estamos discipulando, manteniendo a Dios y a su Palabra en el centro. En conclusión, cuando ministramos a los deambulantes y a los pobres en general debemos de tomar los siguientes puntos en cuenta:
- Nunca ayudar a nadie quien tiene la habilidad física y mental de ayudarse ellos mismos. El hacer por otros lo que ellos tienen la habilidad de hacer por ellos mismos no es ayudar, sino llevarlos a depender en hombres, promover irresponsabilidad, promover vagancia y ultimadamente quitarle la esperanza en Dios y ponerla en hombres; esto es una forma e idolatría.
- Hay que recordar que estas ayudas deben ser temporeras y que el plan no es continuar su dependencia en programas y ministerios, sino en la transformación del alma, de nuestras formas de pensar, toma de decisiones y emociones.
- Tener mucho cuidado y discernimiento con proveer servicios gratuitos. Todo cuesta, por lo que aún los que no tienen ingresos para pagar por servicios, deben pagar con algún tipo de trabajo voluntario para que aprendan a ganarse la vida. Es una de las formas de eliminar la posibilidad de caridad tóxica.
[1] https://www.heritage.org/poverty-and-inequality/report/the-war-poverty-after-50-years
Leave a Reply