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Hay una doctrina que es muy atractiva para la carne. Es la doctrina que nos dice que podemos pecar una y otra ves y con solo pedir perdón todo se arregla y regresa a la normalidad. Debo enfatizar que el arrepentimiento sincero es poderoso y activa la misericordia de Dios. La Biblia nos dice en el Salmo 51:17,

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Reina Valera 1960) 

El problema es cuando vemos a personas cometiendo los mismos pecados una y otra y otra ves. Éstos siempre le están echando la culpa a otros y rehúsan a tomar responsabilidad. Es precisamente eso, un Cristianismo sin responsabilidad.

Hay otra doctrina aún más dañina y es la doctrina que nos enseña que el pedir perdón no tan solo elimina el pecado, mas también las consecuencias del pecado.

David fue un hombre grande delante de Dios, un hombre conforme al corazón de Dios y un verdadero adorador, mas aunque Dios lo perdonó de tantos pecados, David tuvo que pagar unas consecuencias terribles. Creo que la disponibilidad de David de aceptar su pecado y de confrontar las consecuencias fue una de sus características que lo hicieron tan especial. Cuando el profeta Natán lo confrontó con su adulterio y asesinato, David tenía la autoridad de matar al profeta, mas no lo hizo. Él aceptó su pecado, se arrepintió, aceptó el perdón de Dios, mas también las consecuencias.

Hoy día estamos abusando del perdón de Dios y usamos la gracia de Dios como una excusa para seguir pecando. Es por eso que muchas veces se ve poca diferencia entre el mundo y la gente que se hacen llamar Cristianos. Romanos 6:1-2 nos dice,

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (Reina Valera 1960)

En otras palabras, sabemos que todos hemos pecado, eso está claro. No hay nadie perfecto. Estamos claros en saber que todos nos hemos quedado cortos de la gloria de Dios. Este verso Bíblico nos dice, “Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Aquí se habla de personas que han aceptado un estilo de vida de pecado; personas que viven en el pecado. Esas son personas que literalmente perseveran en el pecado, en el nombre de la gracia de Dios.

¿Adulteró David después de que el profeta Natán lo confrontó? ¿Negó Pedro a Jesús después de haberlo negado tres veces? Absolutamente no. Es tiempo de utilizar la gracia de Dios como instrumento de cambio y no como excusa para seguir pecando.

 

 

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